Sebastián C. Bascuñana

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Sebastián C. Bascuñana

jueves, 21 de junio de 2012

"El Escuchador"

Paseando por el centro de Málaga me he topado ya, un par de veces o tres, con un señor que se hace llamar "El Escuchador". En una transitada calle del casco antiguo, sostiene un cartelito que dice algo así como: "Hola, escucho lo que me quieras contar", añade algo sobre "la problemática situación actual", y pide, entre paréntesis, una "propina". No creáis que va desarrapado, sucio, o "malvestido"; antes, muy al contrario, lleva una bonita corbata (con el nudo sin ceñir) sobre una camisa elegantemente arremangada y el cuello abierto al primer botón, un pantalón oscuro y unos zapatos negros. No me pareció un... disfraz, antes bien, me recordó a un profesional (tal vez venido a menos) que quisiera mantenerse elegante para sus clientes, pero sin resultar remilgado... Pues bien, venciendo ese tonto pudor, que nos suele embargar ante la novedad, y, después de unos minutos indecisos, observándole desde el otro lado de la calle, por fin me decidí a hablar con él ayer por la tarde.

Me recibió con un amplio "hola" (después de haber estado observando discretamente -ahora lo sé-, mis dudas con respecto a si acercarme o no). Bueno, pues me explicó que, como dice en su cartel, escucha lo que sea; y me insistió en ello: lo que el viandante desee contarle, desde un chiste, hasta un grave problema, pasando por una anécdota o, literalmente, cualquier cosa. Interesante... Al por qué lo hace, me contó que le pareció una forma honrada y digna de ganarse la vida; sin vender "humo", y sin tener que pedir, tampoco, vagamente.

A mí me recordó a esa iniciativa (que a veces hemos visto en las noticias) donde se ven unos jóvenes sonrientes y alegres, que llevan grandes cartelones en los que dice que te dan un abrazo... Claro, que este hombre no es gratis; él cambia una escucha por unas monedas. También es verdad que él ofrece, desde mi punto de vista, algo más que un simple abrazo (sin desmerecer la llamada "abrazoterapia"...)

"¿Y da consejos o sólo escucha?", confieso que le inquirí, como para probarlo. "Sólo doy un consejo si me lo piden, y dejando claro que sólo será mi opinión. Ya sabe -me dijo-, dar un consejo entraña una gran responsabilidad..." Muy sabio por su parte.

Sentía, mientras le hablaba, como que sabía lo que se hacía; que no era, simplemente, alguien a quien se le ha ocurrido la feliz idea (aprovechando "la crisis") de un "negocio" sin más. Más que "oído", me sentí escuchado... "Tiene algo", pensé... 'Algo' que lo distingue de esos tantos vendedores de acera, que se ven tanto, al tanto de los ociosos paseantes de ciudad.

Al cabo de un rato (no sabría decir de cuánto tiempo, pues él hablaba de forma amigable y muy distendida, consiguiendo que me olvidara del reloj), concluí mi visita, le di un par de euros por su trabajo, nos dimos la mano, y le deseé buena suerte. Entonces él me miró y me sonrió amable, como diciendo: "Amigo mío, la suerte vengo yo a buscarla a esta calle, cada tarde..."

Desde la distancia pude observar como se le acercaba una pareja de turistas extranjeros y cómo se ponían a hablar los tres.

1 comentario:

  1. Quizás la crisis lleva a descubrirnos en algunas áreas que considerábamos imposibles.
    Oficios nuevos están surgiendo, ante tanta soledad, a pesar de estar tan apiñados los humanos, nace esta figura del Escuchador.
    Para tenerlo en cuenta. Y plantearnos posibilidades.
    Saludos. Gracias por compartir.

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